domingo, 11 de noviembre de 2012




No hay nada como poder disfrutar de un fin de semana entre amigos y en la montaña. Levantarse pronto a regañadientes pero dispuestos a dar todo lo que se pueda.
Y aunque sea un día en el que la lluvia amenaza y el feroz viento te quiera hacer volar poco a poco vas alcanzando más altura. Todo es ir paso a paso, puesto que si ves toda la cuesta de golpe te puedes desanimar, e incluso dar por vencida. Pero cuando finalmente llegas una sensación de inmenso placer te embarga que minimiza todo el sufrimiento vivido durante el camino.

Y para terminar... ¿qué mejor que una comida?

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